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6 de noviembre de 2014

Caso Angélica Ramírez: Testigo clave de Bourscheid no lo ayudó

  (territoriodigital.com)  La supuesta empleada de la pinturería del acusado dijo ver a Bourscheid frente a su casa, pero el día posterior al crimen.
Una de las cartas clave para la defensa de Francisco Bourscheid se diluyó ayer en el paño del debate oral por la muerte de Angélica Ramírez.

En la última jornada de testimoniales en Posadas -resta cumplirse la especial del viernes 14 de noviembre en sede judicial de Puerto Rico con dos testigos con problemas de salud-, declaró Diosnela Ledesma, solicitada por la defensa del repartidor de pan acusado de “homicidio calificado por ensañamiento y alevosía”.

La mujer, próxima a los 40 años, respondió al cuestionario de Mario Cáceres, defensor de Bourscheid. Remarcó que trabajó “desde fines de mayo a septiembre” del 2011, en horarios discontinuos en la pinturería del acusado sobre la avenida 9 de Julio, que lo ayudaba con la limpieza del local, a mover tachos de pintura y hasta a atender al público y manejar la caja. Insistió en recalcar que estas tareas las llevaba a cabo “sin horario de empleada formal; no era fijo el trabajo”.

Sobre si conoció a Angélica Ramírez o alguna vez la vio en el comercio, Ledesma respondió que “nunca” la vio, ni a la niña ni a su madre, vecinas por entonces del emprendimiento de Bourscheid. Llamativamente, sólo indicó al respecto: “Venían chicos que pedían dos pesos para comprar pan”.

Ledesma acotó que para las tareas pesadas, como mover o bajar grandes recipientes de disolventes, Bourscheid requería la ayuda de un joven que vivía enfrente, Horacio José Luft, quien el lunes se presentó ante el Tribunal Penal Uno y admitió haber visto a Angélica pasar por la avenida 9 de Julio y acercarse a la pinturería en reiteradas ocasiones.

Durante los nueve días de debate cumplidos, ninguno de los demás testigos correspondió con datos a la coartada de Bourscheid.

Pero la mano de baraja para la defensa se tiñó por completo como mala cuando Ledesma, siempre consultada por Cáceres, sostuvo que vio a “Francisco el 26 de septiembre; estaba abriendo el portón para guardar su camioneta (...). Lo vi normal, muy tranquilo, me preguntó por mi familia, conversamos durante dos minutos”. Sobre qué tomó como referencia para acordarse de lo sucedido hace poco más de dos años, sostuvo: “Lo recuerdo porque dos días antes de verlo, el martes, mi marido había salido de viaje; él es camionero”.

El dato pareció navegar desapercibido hasta que el juez Eduardo D’Orsaneo le solicitó la aclaración sobre el día y fecha que aseguraba haber visto a Bourscheid. “Sí, fue el 26 de septiembre”, repitió. D’Orsaneo insistió en que si su marido camionero había viajado “dos días antes” no correspondía al martes, porque el 26 de septiembre de 2012 fue miércoles. Ledesma entonces varió la versión y manifestó que lo vio al día siguiente a Bourscheid, el jueves 27 de septiembre, cuando la noticia del macabro crimen de la menor de 14 años recorría todo los medios de información del país.

Para redondear el fracaso de la apuesta, la fiscal Liliana Picazo recordó que cuando se inició el debate, el 21 de octubre, Bourscheid, en su testimonio buscando esquivar la acusación en su contra, dijo que había hablado el 26 de septiembre por la noche con Ledesma “durante diez minutos” frente a su casa. Ayer, la testigo presentada por su defensor dijo que la charla fue corta: “Nos saludamos y hablamos apenas dos minutos porque yo estaba apurada, tenía que volver a mi casa”, a más de cinco kilómetros de la vivienda del acusado.

En los doce cuerpos del expediente no existe ninguna referencia a Ledesma, e incluso no prestó declaración. De todas maneras y con el incuestionable criterio de favorecer al marco probatorio, el Tribunal Penal Uno aceptó su citación a testimoniar a instancia del abogado de Bourscheid, efectuada durante el primer día de debate.

El llanto de la nena
Elga Handorf y Gladys Andrea Holzbach son vecinas de Francisco Bourscheid y fueron las testigos del allanamientio a su domicilio el 3 de octubre de 2012, donde se obtuvo la prueba clave de la causa contra el repartidor de pan, la zapatilla con sangre de Angélica.

En cuanto al aporte de Holzbach, durante su testimonio ayer no presentó sospechas sobre la tarea de los peritos en el procedimiento: “Todos fueron muy amables, hasta para pedirme que saliera de testigo. Dentro de la casa nos mostraban cada elemento que iban a secuestrar y recuerdo haberlos visto trabajando con una lupa. Cuando entramos a la casa vimos el colchón en el piso y unas zapatillas al lado debajo de una mesa”. Sostuvo además que abandonó durante pocos minutos el allanamiento, autorizada por las autoridades, y fue a buscar a su nena de 4 años, “que estaba inquieta por estar conmigo (...). Ella es muy pegada a mí, estaba molestosa (...), la fui a ver cuando los policías terminaron de revisar el interior de la casa y ubicaron todo lo que iban a poner en sobres de papel madera”.

Antes que Holzbach diera su versión, Handorf manifestó al Tribunal que la nena “lloraba a los gritos” y que cuando le autorizaron a la joven madre a ir a consolarla, ella también abandonó el operativo rumbo a su hogar a entregarle la llave de su hogar a una hija para que ingresara y además guardara una caja con dinero que Bourscheid le entregó en pleno allanamiento y escondía en la parrilla.

En esta ventana del procedimiento, la defensa de Bourscheid basaría su intención de anular el allanamiento, y por consiguiente que la prueba clave de ADN de la víctima en la zapatilla secuestrada, se pierda. Pero la versión de Handorf no coincidió con la de Holzbach, quien ratificó que cuando ella se fue a buscar a su niña, su vecina y policías participantes del allanamiento contaron el dinero que Bourscheid quería pusiera a resguardo. Este acto se produjo cuando el material recolectado dentro de la vivienda ya estaba ensobrado.

Prefecturiano
Alberto Bastarrechea, prefecturiano domiciliado en Garuhapé y que presta servicio en Puerto Rico, desplegó una curiosa versión sobre cómo y en qué circunstancias conoció a Angélica Ramírez, dos días antes que sea asesinada golpes a la vera de la calle Pionero Kuhn.

Dijo que la menor llegó al puesto de control de la fuerza de seguridad a las 4.30 de la madrugada del lunes 24 de marzo a bordo de un remís y que como no la conocía, pagó el viaje y en su moto la llevó al barrio San Francisco en su motocicleta.

Bastarrechea debió admitir que conocía a la amiga de Angélica, Carolina Barboza, porque el extenso listado de llamadas y mensajes de su teléfono móvil así lo señalaba. Pero aseveró que nunca mantuvo relaciones sexuales con la víctima. A su favor jugó, y lo desvinculó de las sospechas pese a sus cuestionables movimientos y conducta, haber estado tres turnos seguidos cumpliendo guardia a la vera del río, que incluyó la noche del miércoles 26 de septiembre.


Sueños con números y letras
Teresa Del Valle, hermana melliza de Beatriz, madre de Angélica, estuvo ayer en la vereda del Tribunal Penal Uno. Aseguró estar “atormentada por constantes sueños” en los que aparece su sobrina y le manifiesta una serie de números que corresponderían a una letra determinada del abecedario, y que a su vez indican las iniciales de los que ella califica como “los verdaderos asesinos de Angie”. La versión de Del Valle fue desestimada en el recinto tras la comunicación del contacto que mantuvo con la fiscal Picazo, con quien dialogó en un cuarto intermedio.