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20 de enero de 2015

Escuelas rurales de San Vicente venden pollo para costear el transporte

                                                                                                                                                                      (territoriodigital.com) En vacaciones inician la venta para juntar fondos destinados a pagar el combustible del colectivo con el que trasladan a clases a los alumnos de las zonas más alejadas.

Cerca de 1200 niños y jóvenes, de los cuales 240 se encuentran en los grados superiores, concurren a siete escuelas -entre núcleo y satélites- diseminadas en el San Vicente rural y los límites con El Soberbio.

Son todos establecimientos rurales que atienden a chicos provenientes de familias modestas de chacras adentro, y que ofrecen programas de estudio que incluyen talleres de oficios.

Los resultados de esa labor están a la vista, con la promoción de jóvenes capacitados en oficios, que le aseguran el desempeño en la chacra o en las vecindades.

Conseguir recursos
Los docentes y comisiones de padres luchan codo a codo para sostener semejante estructura institucional y de desarrollo comunitario. Quedan librados a su suerte para la adquisición de herramientas, el montaje de talleres, la dotación de insumos, el arreglo del viejo colectivo modelo 1980, el combustible, pago de viajes de estudios y de la rutina zonal, la verificación técnica, y otros.

Pese a que llevan varios años presentando proyectos y pedidos al Ministerio de Educación y al Consejo General de Educación, la respuesta no llega. “Estamos huérfanos de toda ayuda del Estado” dijeron de la Escuela 411.

“Mostrando lo nuestro” fue la feria anual donde se expuso todo lo realizado al final del ciclo lectivo 2014 y El Territorio tuvo la oportunidad de presenciar la muestra en diciembre pasado.

Los padres de los estudiantes contaron que “los materiales consiguen los docentes y el gasto constante es el combustible para el transporte escolar que debe trasladar a los chicos, a veces desde amplias distancias”. Si no se llega a cubrir el total de los gastos, los maestros especiales y el chofer del colectivo aportan 60 pesos cada uno.

“Los maestros especiales organizan venta de pastelitos, pollos y bollos, y nosotros ayudamos porque es para nuestros hijos”, señaló Diego Martín, padre de cuatro chicos.

Hace cinco años la comunidad educativa, que funciona con la modalidad del Programa de Expansión y Mejoramiento de la Educación Rural (Emer) lleva adelante el Proyecto Biodiesel formulado por el docente Juan Elizalde, para aliviar la problemática del combustible para el transporte escolar.

Esta iniciativa consiste en reciclar el aceite de cocina usado y buscando el autoabastecimiento de combustible, con el tiempo, los chicos colectan aceite usado en las cocinas de sus casas; más adelante esto se instaló en San Vicente con acompañamiento del municipio, recolectando de distintos negocios de la zona y llevándolo al laboratorio de la empresa Biobrick de Aristóbulo del Valle para el procesado y devolución como biodiesel.

Es clave el trabajo del chofer del colectivo, Roberto Acosta, que atiende con bidones un circuito de dadores.

El docente Elizalde tomó contacto con una ONG de Comodoro Rivadavia, Chubut, que trabaja experimentando esta misma línea de reciclado.

Los técnicos y científicos comodorenses se comprometieron a venir a instalar una procesadora en San Vicente para el aprovechamiento de los alumnos y docentes de las escuelas Emer. Con estas referencias, presentaron el proyecto a Educación, sin suerte alguna.

Es cierto que la Escuela Núcleo y sus seis satélites –más una de integración bilingüe en comunidad guaraní que comenzó el año pasado- reciben ayuda de la Municipalidad de San Vicente, de las empresas Sigfrido Münich y Expreso Prox que colaboran con tareas de mantenimiento del viejo colectivo.

Pero también es dura la realidad que sintetizó la abuela Carmen de Picada Maderil: “Ahora en todas las escuelas están de ferias, nosotros seguimos haciendo polleadas y bonos para juntar dinero para cuando inicien las clases".